Nuestro informe sobre el reconocimiento judicial al proyecto minero Crucitas

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Para el día viernes 11 de septiembre del 2009, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia señaló un Reconocimiento Judicial en el Proyecto de Minería de Oro a Cielo Abierto de Crucitas de Cutris, San Carlos, propiedad de Infinito Gold Ltd., de capital canadiense. Lo anterior en el marco del Recurso de Amparo que a nombre de UNOVIDA (UNIÓN NORTE POR LA VIDA) interpusiera mi persona contra el Decreto de Declaratoria de Interés Público y Conveniencia Nacional del Proyecto Minero Crucitas, emitido por el Presidente Arias y el exministro Dobles, en octubre del 2008. Gracias a ese Amparo logramos detener, aunque sea temporalmente, la destrucción de 196 Ha. de bosque y las zonas de protección de quebradas, todo dentro de la finca propiedad de la mencionada empresa transnacional.


Como abogado litigante en ejercicio liberal de mi profesión, he participado en bastantes reconocimientos judiciales, por lo que me preparé para la realización de un reconocimiento más, también llamado Inspección Ocular o Inspección Judicial. Igualmente, como abogado litigante me debo a un código de ética que debo respetar, así que no me referiré a valoraciones jurídicas propias del Recurso de Amparo y del Reconocimiento Judicial de referencia. Me limitaré a hacer un recuento de hechos que viví y presencié. Ustedes pueden hacer sus valoraciones y serán los Tribunales competentes los que posteriormente juzgarán tales eventos.

Sólo quiero decir que un Reconocimiento Judicial tiene un procedimiento; un rito. Las partes son citadas en un punto específico del lugar que se va a reconocer. Una vez que el juez constata la presencia de las partes del proceso, procede a iniciar el reconocimiento informando a los presentes de lo que se tratará la diligencia y señalando claramente los lugares específicos que serán inspeccionados. Todo esto para seguridad jurídica de las partes; es decir, para que sepan a qué atenerse y preparen adecuadamente la defensa respectiva.

En el caso del Reconocimiento Judicial llevado a cabo por el señor Magistrado Mora y la señora Magistrada Calzada, nunca se nos citó en un lugar específico de Coopevega de Cutris. Si bien es cierto el pueblo no es muy grande, si existen varios lugares a los que podrían llegar sin que los viéramos nosotros. Me enteré por medio de una patrulla policial a la que tuve que obligar a que se detuviera, que los Honorables Magistrados llegarían al Salón Comunal. La confusión fue total entre los recurrentes, pues muchos los vieron pasar hacia otro lado y duraron algunos minutos en los que no supimos donde estaban, hasta que efectivamente llegaron al Salón.


El Reconocimiento Judicial nunca se inició formalmente. Nunca hubo una apertura de la diligencia en donde se nos informara previamente a todas las partes del itinerario que seguirían los señores Magistrados. El Centro de Cómputo del pueblo fue el primer lugar a reconocer. El que no sabía dónde quedaba tal lugar, no le quedaba más remedio que irse detrás de la comitiva de la Sala Constitucional. Los que no teníamos vehículo a mano en ese momento debimos correr detrás de la comitiva, en un lugar cuya temperatura talvez ya rondaba los 30 grados celsius. Obviamente, en mi caso y por la razón apuntada, llegué jadeante y atrasado al primer sitio. Cuando llegué ya se estaba reconociendo el lugar, por lo que me perdí parte de esa diligencia. En ese momento le reclamé al Magistrado sobre esa situación. Le indiqué jadeante que los recurrentes teníamos derecho a saber de antemano la ruta del reconocimiento. La respuesta fue hacer mención de un “Punto 10”, que luego nos dijo que era un cerro.

La comitiva salió rápidamente y otra vez, sin tener idea los recurrentes para donde nos dirigíamos, tuvimos que iniciar la persecución de la Caravana Judicial y de la empresa minera. El punto 10 terminó siendo el lugar donde eventualmente estarían las lagunas de relaves con material tóxico, lugar donde la empresa necesitará desaparecer un camino público y continuar la tala de varias decenas de hectáreas de bosque. En ese lugar la empresa cortó unas gigantescas Ceibas centenarias a la orilla de la quebrada Las Minas, con un diámetro de su tronco superior a la estatura de un hombre muy alto con las manos arriba. Faltando aproximadamente 1 kilómetro para llegar al lugar, la seguridad de la comitiva de la Sala cerró el camino público para nuestros vehículos y nos obligó, si queríamos participar de ese reconocimiento, a caminar ese trayecto bajo el sol inclemente del mediodía, con una temperatura superior a los 30 grados celsius. Los señores Magistrados sí ingresaron en sus valiosos vehículos con aire acondicionado. Los representantes de la empresa también nos esperaban en el lugar. Habían llegado también en sus valiosos y frescos automotores. En realidad no sé cuántos de los recurrentes terminaron el trayecto, pues aunque los Magistrados y los representantes de la empresa nos esperaron algunos minutos, se requería una buena condición física para hacer el recorrido en las condiciones antes dichas. No supe si mientras llegábamos al lugar se hicieron algunos reconocimientos sin que estuviéramos los recurrentes presentes.

En ese momento fue tal nuestra indignación que entre los varios abogados presentes de las partes recurrentes decidimos interponer, verbalmente ante los señores Magistrados de la Sala Constitucional, un Recurso de Hábeas Corpus con el fin de defender la libertad personal y de tránsito de todos nosotros y de las personas que no pudieron hacer el recorrido a pie. Debo decir que los vehículos ingresaban al lugar sin ningún problema. No sabemos cuál fue el fin de cerrarnos el paso por una vía pública. No conozco antecedente alguno en el que dentro de una diligencia judicial, -y menos de la Sala Constitucional-, se hubiera tenido que plantear ese tipo de Recurso tan grave para la defensa de nuestros propios derechos constitucionales.

De regreso de la laguna de relaves tóxicos la indignación de todos nosotros los recurrentes creció. No podíamos tolerar el atropello de nuestros derechos. Tampoco los recurrentes estaban dispuestos a seguir tolerando las persecuciones sin sentido detrás de la comitiva judicial y de la empresa minera. Muchos decidimos que si nos obligaban a caminar bajo esas difíciles condiciones, que por lo menos se caminara a nuestro ritmo. Al fin y al cabo el señor y la señora Magistrada, así como los señores de la empresa, estaban tranquilos y frescos en sus vehículos respectivos, por lo que nada malo les podría pasar a ellos. Decidimos ocupar el ancho completo del camino y en esas condiciones caminar de regreso delante de los vehículos de la comitiva. Esto causó gran enojo entre el personal de seguridad y la señora y el señor Magistrado, quien nos increpó fuertemente para que les diéramos paso. Por dicha no se fueron adelante, pues en ese momento dos de nuestras compañeras recurrentes tuvieron quebrantos de salud, provocados por el excesivo esfuerzo que estaban haciendo. A ambas las trasladaron en vehículos de la caravana judicial hasta el lugar del retén del camino público, donde fueron atendidas por miembros de la Cruz Roja. Debo decir que también una señora diputada, adulta mayor, fue sometida a semejante prueba.


Ahí los recurrentes estuvimos a punto de abandonar la diligencia en protesta de lo que considerábamos un trato desigual y degradante en el manejo del Reconocimiento Judicial. Por suerte llegamos a un acuerdo con los Magistrados directores del procedimiento y a partir de ahí pudimos andar en nuestros vehículos. Pero otra vez esa completa desinformación sobre los lugares a visitar provocó que junto con otra recurrente me fuera a hacia un lugar distinto del que tenía planificado la Sala. Al tiempo de esperar, y como no llegaba nadie más, decidimos devolvernos para darnos cuenta que la Caravana se había ido por otro lado y estaban ya dentro de la finca de Infinito Gold. Luego de luchar para que me dejaran entrar al lugar y de recorrer algún trayecto dentro de la finca en observación, llegué al siguiente lugar definido por la Sala para ser reconocido. Obviamente ya la diligencia en esa parte había sido hecha y nos quedamos sin poder participar en ella. El punto en cuestión, que era de mucho interés para nosotros, correspondía a parte de los cerros talados y donde se había “empatiado” esa madera trozada. Ahí no supimos qué pasó. Protestamos nuevamente. El señor Magistrado consideró que otros recurrentes sí habían logrado llegar, por lo que no atendió nuestros reclamos.

Todo lo anterior es sólo una parte bastante resumida de los acontecimientos sucedidos el día viernes 11 de septiembre del 2009. Lo aquí dicho debe ser conocido profusamente por todos los interesados en esta lucha para que tengamos mayores elementos de juicio para afrontarla.

Por supuesto que desde ya estamos valorado y preparando la interposición de los remedios legales correspondientes, con el fin de que este reconocimiento vuelva a realizarse pero con verdaderas garantías de igualdad entre todas las partes.

También es necesario decir que llevaremos el trámite del Hábeas Corpus planteado hasta sus últimas consecuencias.

Ciudad Quesada, 13 de septiembre del 2009.


LIC. EDGARDO VINICIO ARAYA SIBAJA.

VICEPRESIDENTE UNOVIDA

RECURRENTE.

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